1- maría elena amengual astaburuaga; madre de osvaldo alfonso gatica amengual (mi padre)
2- aurora astaburuaga urzúa es la madre de maría elena amengual astaburuaga
3- josé pedro astaburuaga cienfuegos es el padre de aurora astaburuaga urzúa
4- petronila cienfuegos y silva es la madre de josé pedro astaburuaga cienfuegos
5- catalina silva montero es la madre de petronila cienfuegos y silva
6- luis de silva y gaete es el padre de catalina silva montero
7- rita josefa ortiz de gaete y osorio de toledo es la madre de luis de silva y gaete
8- valentín ortiz de gaete y fernández de córdoba es el padre de rita josefa ortiz de gaete y osorio de toledo
9- fernando ortiz de gaete y mier de arce es el padre de valentín ortiz de gaete y fernández de córdoba
10-francisco ortiz de gaete y agurto es el padre de fernando ortiz de gaete y mier de arce
11-francisco ortiz de gaete y jofré de loayza es el padre de francisco ortiz de gaete y agurto
12-geracina jufré de loayza y meneses aguirre es la madre de francisco ortiz de gaete y jofré de loayza
13-gral. juan jufré de loaysa y montesa es el padre de geracina jufré de loayza y meneses aguirre
Interesante conocer la vida del General Juan Jufré de Loaysa y Montesa; no sólo fue un conquistador español, con todo lo que ello implica.
Si algún día se escribe una Historia de la Economía Chilena, ella deberá comenzar forzosamente con el nombre de Juan Jufré. Este hombre que, de simple soldado en tiempos de Valdivia llegó a ser Alcalde de Santiago y fundador de ciudades, fue también el primero que cimentó con su industria la prosperidad de su nueva patria.
La historia chilena siempre fue escrita en torno a los Gobernadores y a los grandes capitanes de armas. Por eso el nombre de Juan Jufré no luce con el brillo magnífico de Almagro, de Valdivia o de Villagra. Sin embargo, él estuvo ligado a Chile desde el comienzo, y más de alguna de sus actividades de pionero influyó decisivamente en el desenvolvimiento del país más lejano del mundo de aquellos días. Jufré nació alrededor de 1516 en Medina de Rioseco, Castilla la Vieja, en un hogar hidalgo pero no rico. Se formó en la casa del Conde de Toledo, y a los 21 años se embarcó para América, llegando al Perú por 1539. A las órdenes de don Francisco de Aguirre se unió a la primera expedición de don Pedro de Valdivia en territorio chileno, juntándose con éste en el poblado de Atacama la Grande, que hoy se llama San Pedro de Atacama. Fiel compañero de ambos conquistadores, corrió su suerte acompañándolos en todas sus empresas y vicisitudes, llegando a emparentarse con Aguirre y con Villagra.
Sin embargo, lo notable de Juan Jufré fue su capacidad para combinar las dotes de guerrero y gobernante con la de productor de bienes, en una época en que la industria no era apreciada como una labor noble, sino relegada a un opaco lugar en la escala social.
Sus primeros años en Chile fueron parecidos a los de otros conquistadores. Estuvo en la fundación de Santiago, recibiendo allí un solar y más tarde unas tierras en Ñuñoa . Acompañó a don Pedro de Valdivia en su largo viaje al Perú, a luchar contra el sublevado Gonzalo Pizarro, participando en la victoria de Sacsahuamán junto a las tropas leales al Emperador.
Después volvió a correr la tierra del otro lado del Maule, siempre peligrosa, y regresó a Santiago con el título de Capitán y Justicia de la provincia de los Promaucaes.
Una carrera ascendente
Años más tarde, muerto Valdivia a manos de Lautaro y despoblada Concepción, Jufré salió a socorrer a sus habitantes, marchando luego a combatir a los indios en Peteroa, sin vencer ni ser vencido. "Dos ojos que sacaron a dos soldados" fue el saldo desfavorable del encuentro. Elegido Gobernador su cuñado Francisco de Villagra, ayudó a éste con caballos y bastimentos, siendo comisionado por él para pasar la cordillera, auxiliar a los españoles que habían quedado aislados cerca de Mendoza, y seguir luego a Tucumán, donde fundó San Juan de la Frontera, en 1556 (actual San Juan, Argentina).
En medio de esos ajetreos, también debió desempeñar los cargos de regidor, alcalde y alférez real, hasta 1565.
El casamiento de un Conquistador
Para quienes no visualizan claramente la variedad de sacrificios que debían afrontar los que venían a este confín de la tierra, es bueno contar la odisea del casamiento de Juan Jufré.
Siete años demoró en concertar su matrimonio con una mujer que no conocía, y que al fin llegó de Castilla cuando el novio ya contaba con 43 años bien batallados.
Si fueron o no felices no lo sabemos, la realidad marca que tuvieron al menos siete hijos que a su vez fueron a la guerra, a los conventos y al campo, y que perpetuaron el apellido Jufré o Jofré por todo el reino.
Pero veamos a grandes rasgos esta pequeña gran historia. En 1552 nuestro buen soldado, ya ascendido a capitán y elegido regidor de Santiago, confirió poder a sus amigos y parientes Jerónimo de Alderete, Diego Jufré y Diego Nieto para que cualquiera de ellos (pues bien podían morirse o ser muertos antes de cumplir el encargo) se casara en nombre de él en España con alguna de las hijas de don Francisco de Aguirre, que se llamaban Constanza de Meneses, Isabel y Eufrasia. Alderete pudo concertar el matrimonio con la primera de ellas sólo tres años más tarde, ofreciéndole una dispensa de 16.000 castellanos de oro. Doña Constanza debió entonces solicitar autorización al rey para pasar a América, lo que consiguió en Valladolid en 1556. Llegó a Lima al año siguiente, donde debió permanecer otros dos años, debido a que su padre, el fundador de La Serena, había sido procesado por la Inquisición. Y sólo en 1559 tuvo lugar en Santiago la ceremonia de la velación, después de la cual la novia pudo ¡por fin! saludar tímidamente al hombre al que su familia y el azar le habían destinado...
Un productor incansable
Por las numerosas encomiendas y tierras que poseyó Juan Jufré fue una especie de señor feudal con jurisdicción política y judicial, y con poder de vida o muerte, entre Santiago y el Maule. A las tierras de Ñuñoa sumó las de Peteroa, Mataquito y Pocoa.
En Ñuñoa, plantó las primeras vides que hubo en la zona central del país, produciendo vinos que no sólo se consumieron en Chile sino también en el Perú, adonde era transportado junto con el sebo y los artículos de cuero que entonces eran la base del intercambio, en barcos... que también le pertenecían.
En 1553 levantó un molino de dos ruedas sobre la ribera norte del Mapocho: fue el primitivo molino San Cristóbal, cuyo nombre aún se conserva, después de cuatro siglos.
A orillas del Mataquito fundó un obraje textil de gran producción al momento de su muerte.
El mar
Juan Jufré no fue un hombre de tierra adentro, limitado por las cuatro paredes de los cerros. También miró hacía el océano, y para variar, a orillas del Maule formó un astillero del que salieron a lo menos dos barquitos, tal vez los primeros construidos en Chile para el comercio.
Ya dijimos que en ellos fletó sus vinos al Perú, y también traficó a lo largo de la costa chilena. Pero no se calmó allí su inquietud: parece que también los envió a la conquista de nuevos y lejanos horizontes...
Aunque la Historia no es clara en este punto, lo cierto es que Jufré tuvo numerosos tratos con Pedro Sarmiento de Gamboa, el heroico explorador y desgraciado fundador de villas en el Estrecho de Magallanes. Se dice que acordaron que éste hiciera, por cuenta del primero, una expedición hasta Oceanía, a tierras que el navegante decía haber avistado.
No llegó Jufré a concretar sus proyectos con Sarmiento, pero los descubrimientos de otro piloto famoso, Juan Fernández, acabaron de entusiasmarlo: éste contaba a quien quisiera oírle, que había llegado en uno de los barcos de Jufré a las costas de Australia o Nueva Zelandia, donde desembarcó y trabó relación con los naturales, aunque nunca aportó pruebas palpables de su hazaña.
En todo caso, hay constancia documental de las autorizaciones pedidas por Jufré al Gobernador don Melchor Bravo de Saravia para "descubrir e conquistar islas en los mares del Sur..."
Así, sean o no ciertas las historias de Juan Fernández, no caben dudas de que el espíritu visionario y aventurero de nuestro primer hombre de empresa lo hizo también avizorar antes que nadie las inmensas posibilidades del Pacífico.
Sin embargo, por una de esas paradojas tan frecuentes en la vida de los que marchan adelante de los demás, Juan Jufré murió pobremente.
En 1578, y a pesar de haber guerreado y gobernado, de haber labrado tierras y fundado industrias, de haber construido barcos y surcado el mar, no pudo cumplirse su testamento por falta de bienes, que ni siquiera alcanzaron para devolver el valor de la dote de su viuda, doña Constanza de Meneses.
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