Hijo del General Santiago Amengual, y hermano de mi bisabuelo, Alberto, ingresó al ejército el 20 de marzo de 1871, como cadete de la Escuela Militar, especializándose en el Arma de Infantería.
Participa en la I y II campaña en contra del Perú y Bolivia y en la Campaña de Arequipa, hallándose presente en las batallas de Chorrillos y de Miraflores.
El 14 de agosto de 1882 es nombrado comandante de Armas de Oroya, y el 25 de febrero de 1883 de Trujillo.
Combate de la Oroya
El primer enfrentamiento en La Oroya, para los efectos de defender el puente sobre el río Mantaro y llave esencial de las comunicaciones del ejército chileno en operaciones sobre Tarma, el centro de la sierra peruana, aconteció el 3 de julio de 1882, y enfrentó a 60 hombres del Batallón Pisagua 3º de Línea en conjunto con un pequeño destacamento de 20 hombres del Regimiento Carabineros de Yungay al mando del teniente Tristán Stephan, todos los cuales al mando del teniente del 3º Francisco G. Meyer en contra de más de 300 combatientes peruanos de la columna del coronel Máximo Tafur.
El puente de La Oroya era el paso imprescindible de pertrechos y recursos del ejército chileno en operaciones, como asimismo lugar destinado a la retirada de las fuerzas del coronel Estanislao del Canto hacia Lima. Este punto, vital entonces, le fue designado al teniente Meyer para su defensa, y es igualmente el destinado por el general Andrés A. Cáceres para ser atacado por el coronel Tafur, mientras las otras dos columnas, la dirigida por el coronel Juan Gastó y la conducida por él mismo, se dirigían, la primera a reunirse con Ambrosio Salazar y sus guerrilleros para atacar a La Concepción, y la segunda para atacar Marcavalle y Pucará.
El plan de Cáceres intentaba cerrar la retirada del coronel Del Canto a través del valle del Mantaro, dando un ataque frontal con el grueso de sus fuerzas guerrilleras y atenazando al dispositivo chileno para encerrarlo y destruirlo en esa región central. Aun cuando cada columna debía actuar independientemente, a su vez obedecía a ese lineamiento estratégico de aprisionar y golpear a Del Canto.
Así dispuesto, las columnas Tafur y Gastó salieron entre el 24 y 26 de junio desde Izcuchaca con el plan descrito, en tanto Cáceres procedía a reconocer las zonas de Acostambo, Nahuinpuquio, Tongos, Pazos y Marcavalle, volviendo a Izcuchaca el 29 de junio.
Comisionado para destruir por la izquierda de la operación a la guarnición chilena de La Oroya y destruir el puente sobre el Mantaro, el coronel Tafur con la Segunda División, tres piezas de artillería y el apoyo de los guerrilleros de Acoria, Colcabamba, Huando, Acostambo y Pillichaqui, arremetió en su área de operaciones por Huari, de lo que se enteró por informaciones de lugareños el teniente Meyer el día 2 a las 11.00 horas.
Confirmada la noticia de la mañana a las 14.00 horas, que las fuerzas de Tafur ya se encontraban en Huanacancha con el afán de sorprender a sus escasas fuerzas, el teniente Meyer dispuso redoblar la vigilancia, situando avanzadas en los caminos de acceso y distribuyendo la tropa entre un corral y pircas que rodeaban el área para proteger el puente y la retaguardia, y disponiendo a la caballería tras unas casas en el camino a Chicla. Poco antes de las 01.30 horas, rompiendo la madrugada, el teniente Meyer divisó a las tropas enemigas avanzando en guerrilla por el camino de Sacaraojo, dando las instrucciones para proceder a reconocerlas, e inmediatamente disparando sobre ellas al identificarlas como guerrilleros peruanos. La respuesta de los atacantes no se dejó esperar, trabándose en una lucha de fusiles que, ordenando el avance chileno y cargar a bayoneta, duró más de una hora, hasta que comenzó la dispersión de las fuerzas peruanas por el frente.
Los hombres de Tafur fueron perseguidos por una docena de soldados al mando del cabo 1º Jesús Vargas hasta Huanacancha, en tanto el teniente Meyer reorganizaba sus pequeñas fuerzas y apresuraba el paso para volverse al cuartel, donde otra fuerza peruana descendida por los caminos de Huanchan y Campán atacaba una vez más, incendiando una bodega de lanas y el depósito de pastos de la caballada chilena. Rechazado este segundo ataque, que no logró tomarse el puente defendido por el cabo 1º Juan Rivas y un grupo de soldados del 3º de Línea, se retiró dejando 16 cadáveres en el campo y retirando a varios heridos hasta Huanacancha. El ataque al puente de La Oroya no había cubierto el objetivo perseguido por el ambicioso plan de Cáceres.
Por su parte, el mismo día 2 de julio a las 12.00 horas había salido desde Tarma un contingente de 30 hombres del Regimiento Carabineros de Yungay al mando del teniente Tristán Stephan con el objetivo de batir a los guerrilleros situados entre Tarma y Jauja, manteniéndose a retaguardia en las alturas de Casapalca, a la espera de la retirada de los soldados peruanos que escaparan del ataque preparado por 60 hombres al mando del sargento mayor Severo Amengual Peña y Lillo. Luego de trasladarse en persecución de las guerrillas peruanas desde Quisoarcancha hasta Cancallo y Chiobamba, donde tiroteó a una fuerza enemiga apostada en el lugar, persiguió a esos guerrilleros hasta Yuclapampa, quienes destruyen un puente para impedir el paso de los jinetes chilenos sobre el río de La Oroya.
Finalmente, los montoneros fueron alcanzados y se les da muerte a 60 y se toma prisioneros a 48; los que son fusilados por orden (como se lee en el parte) de Stephan, para evitar que se diesen a la fuga.
Logrando vadear el río, después de haber sido castigado por la fusilería peruana, el teniente Stephan manda cargar a sus hombres sobre esas fuerzas del coronel Tafur, dejando 60 muertos y tomando 48 prisioneros, los que luego –bajo la justificación de ser atacado por otra fuerza guerrillera peruana y querer estos escapar- opta por fusilarlos en el camino a Casapalca indicando que era “muy poco el número de tropas de que disponía, y a más, los citados prisioneros, viendo que era atacado, pensaron fugarse. Todos estos motivos me obligaron a fusilarlos…” Durante la noche siguió resistiendo algunos ataques, hasta que a las 24.00 horas del día 2 resolvió bajar a pie a Casapalca en espera del ataque de Amengual que no se realizó, por lo cual el teniente Stephan se apresta a atacar el pueblo, no sin antes atrapar a 12 guerrilleros de una avanzada en un faldeo del cerro que le indicaron la existencia de las fuerzas de Tafur en Casapalca con 500 hombres fuertemente armados de fusiles, perfectamente atrincherados y listos a defenderse. Imposibilitado de atacar de inmediato por la notoria diferencia de fuerzas, esperó al mayor Amengual hasta que resolvió bajar a Casapalca al amanecer del día 3. Tan pronto hizo ese movimiento, fue atacado en diversos tiroteos por los hombres de la columna Tafur, trenzándose en un duelo donde agotaron sus municiones, obligando a los soldados chilenos a abrirse paso con sus sables. Ya a salvo, el teniente Stephan se dirigió a Huari donde encontró al mayor Amengual en marcha hacia Casapalca. Este le ordenó retirarse a La Oroya por el manifiesto mal estado de hombres y caballos, adonde llegó a las 22.00 horas.
El teniente Stephan no sufrió bajas en la corta y azarosa expedición que emprendiera. El día 3 de julio había culminado.