Recorriendo las calles de Santiago de Chile, fotografiando la iglesia en que se casaron mis abuelos, decidimos junto a mi tío Juan Bautista concurrir a la Sociedad de Escritores (SECh), a fin de obtener alguna foto de nuestro pariente Tomás Gatica Martínez (hermano de mi bisabuelo Pedro Alejandro).
Tocamos timbre, nos atiende gentilmente un empleado, le comentamos el motivo de la visita y nos hace pasar.
Salones importantes, gigantografías de Gabriela Mistral, Rojas, Neruda, etc., etc.; de Tomás, ¡nada! Incluso el recepcionista, no tenía idea de quien se trataba.
Me quedo con él en su oficina mientras busca por Google alguna referencia del susodicho (sic); apareciendo –como le había “advertido” previamente- las notas que yo había publicada en el blog “Los Gatica Amengual”.
Juan Bautista recorre las instalaciones, de pronto nos llama: "¡miren esto!";
al costado de una oficina, la placa cuya foto adjunto. Pregunta de rigor: "¿de quién es el despacho ?"
-del presidente de la institución, -responde el empleado.
Un recuerdo de viejos tiempos; algo es algo. Su imagen debe ser una de las tantas que engalanan las paredes y carecen de información.
A la familia le falta esa foto, pero está su obra y algunas pinceladas de su vida; para todos aquellos que estén interesados en conocer sobre este brillante hombre de las letras chilenas.
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