José Manuel Balmaceda (1840-1891), presidente de Chile desde 1886.
Inició su gobierno con un ambicioso plan de obras públicas y con el ideal político de unir a los liberales en un solo gran partido.
Tras una serie de disputas entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo, la discusión sobre el presupuesto del año 1891 finalmente generaría el estallido de un conflicto interno; tras aprobarlo Balmaceda sin la firma del Congreso.
Mientras las fuerzas del Ejército de Chile se dividieron en apoyo de ambos bandos, la Armada (liderada por el capitán de navío Jorge Montt Álvarez) se unió a los congresistas. Desde Iquique los revolucionarios iniciaron una serie de campañas con el fin de derrocar al presidente.
Tras las batallas de Concón y de Placilla, los leales fueron derrotados; entregando Balmaceda el poder a Manuel Baquedano (28 de agosto). Cuando las fuerzas revolucionarias entraron a Santiago, el depuesto presidente se refugió en la embajada argentina, donde daría fin a su vida, suicidándose con un disparo (19 de septiembre); un día después que expirara su mandato constitucional.
Nuestro querido "manco" Amengual -se había retirado con el grado de general en 1886- toma partido decididamente a favor de Balmaceda; por este motivo, es degradado y privado de su jubilación.
En 1896 por vía de la Ley de Amnistía e Indulto decretada por el Presidente Jorge Montt Álvarez (sucesor de Balmaceda), es reivindicado en su grado militar de general de Ejército y con todos los honores.
La victoria de los golpistas, marcó un importante hito en la historia de Chile. La sociedad chilena enfrentó una gran división tras el conflicto bélico, que dejó miles de muertos. Las reformas a la Constitución dieron fin a la llamada República Liberal y se inició el Régimen Parlamentario que imperaría en Chile hasta 1925.
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