miércoles, 6 de agosto de 2014

Un amor que no fue cuento

Mis abuelos paternos: María Elena Amengual Astaburuaga y Osvaldo Gatica Camoglino, se encontraron por primera vez el 19 de mayo de 1934, en la Biblioteca Nacional de Chile. 

Ella toda de azul, él con un clavel blanco en el ojal, al lado de la insignia de la Federación de Estudiantes. Hasta entonces tan solo contactos telefónicos.

A continuación, el encuentro, narrado por uno de sus hijos, Juan Bautista Gatica Amengual (hermano de mi padre).

Habían decidido, por fin, conocerse.
Nunca, durante horas de ansiosa y casi furtiva conversación a la distancia, se describieron.
El conocía de ella sólo su voz queda; ella de él, sólo las inflexiones de la suya, cuando, ufano, le recitaba telefónicamente lo de las oscuras golondrinas y sus nidos en los balcones, y aquello del salón en el ángulo oscuro…

Se encontrarían en la Biblioteca Nacional.
Él, impuntual impenitente, devoró a grandes zancadas las escalinatas. Se acercó al mesón de escritores españoles y mirando alrededor con un dejo de astucia, alzando la voz, pidió: Gustavo Adolfo Bécquer por favor…


Foto (frente y reverso), escrita por mi abuelo, me exime de cualquier comentario...

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