domingo, 15 de septiembre de 2013

A metros del Obelisco

Así de la nada, o desde el mismo fondo del sentimiento oculto, el que viene de lejos, ella, él, se enamoraron. Hubo un instante en que la amistad mutó, cambió el beso en la mejilla por el de los labios, y fue furor, pasión. Para no retornar jamás a la fuente, esa en la que bebieron sin saber lo que depararía el destino. Ella era blanca, luminosa, madre joven; él, mayor, empedernido lector de historia, filosofía y genealogía, galante al extremo y preocupado por el aspecto personal, aparentando varios años menos de los que cumpliría en breve, superando la barrera de los 45. Muchos pensaron, y ellos también: ¡imposible!

Entre jornadas de trabajo salpicadas por cafés, anécdotas y alfajores fueron cimentando la relación, un vínculo que pasó rápidamente de compañeros a “amigos/psicólogo/paciente”. Ella le contaba aspectos de su vida que nunca antes había exteriorizado y él la guiaba, la escuchaba, le prestaba el oído y el hombro.

Se sentían muy bien uno con el otro, anhelaban comenzar el día para encontrarse y charlar, para estar cerca. En esa fiesta, “la fiesta”, la que la multinacional en que trabajaban organizaba para fin de año, él sintió que algo se había roto y no se podía reparar. En realidad se rompió en mil pedazos la visión de la amistad; otros ojos, y otras formas se insinuaban frente a ella. Le costaba aceptarlo, no lo quería aceptar. Y hubo dolor, porque el seguir escuchando aspectos íntimos de su vida ya le afectaba de manera directa, frontal, una trompada a la mandíbula. ¿Cómo seguir simulando?, imposible, no era su estilo, además, no quería vivir una farsa. Que sea lo que tenga que ser, o lo que haga para que sea.

Y ahí fue él, a torcer con breves palabras el rumbo, percibió el nerviosismo y un brillo distinto en los profundos ojos verdes. Sí, fue así, mirarse y entenderse, luego de la corta pregunta: “¿querés que te proteja?”, y ella, con timidez y a cara roja como nunca, tan solo murmuró: “puede ser…”. No había marcha atrás, las cartas se jugaron, y para el lado del amor. Dos días después se besaban por primera vez, ambos corazones explotaron, presenciando la escena apasionada un inconmovible General Roca desde lo alto en el caballo y los transeúntes despreocupados que a esa hora de la tarde y en una esquina, poco les importaba una pareja acaramelada. Con una rosa en una mano, regalo de él, y en la otra el infaltable celular, ese aparatejo que era parte del cuerpo; podría prescindir de un brazo, ¡pero del teléfono no!

Hacía unos meses que habían decidido compartir el amor en un departamento cercano al Obelisco. Esa noche ella preparó su plato preferido: canelones de acelga con salsa roja y blanca. La llamó desde la oficina, cerca de las 20 horas: “ya salí amore, en 15 estoy, te amo”; “yo también te amo mucho, acordate de comprar el heladito…”. Mientras ella terminaba de acomodar la mesa esperando que llegara, decidió encender la tele, estaba en TN, el canal de noticias que él sintonizaba todas las mañanas para decirle que cantidad de ropa llevar: “hace frío, mucho, abrigate…”, “tanta ropa no, está fresco pero va a subir la temperatura…”.

Quedó como hipnotizada con el comentario del movilero: “acaba de ocurrir un accidente fatal, casi en la puerta del edificio de Eva Perón en la Avenida 9 de Julio, un auto cruzó en rojo y atropelló a un peatón dándole muerte al instante, aún no se conocen datos…”. Un frío desgarrador le atravesó la columna, tomó el celular y llamó: “¡hola!…”; respondió una voz no reconocible: “hola, mirá, este celular está tirado acá en la calle al lado de una persona, soy de la Metropolitana, ¿con quién hablo?…, hola, hola…”.

jueves, 22 de agosto de 2013

Fascismo chileno, Osvaldo Gatica Camoglino

Al cumplirse 100 años del nacimiento de mi abuelo, 5 de agosto de 2013.


ACLARACIÓN: ESTOS HECHOS FORMAN PARTE DE LA BIOGRAFÍA DEL "NONO" (el más alto en la foto, junto a un camarada, periodista como él). NO SE EMITEN JUICIOS DE VALOR. EL LECTOR TENDRÁ LA SUFICIENTE CAPACIDAD PARA DARLES ENTIDAD Y SITUARLOS EN EL MOMENTO HISTÓRICO DEL MUNDO.

El fascismo -allá por los años 30-, tuvo un fuerte impacto en el nacionalismo chileno. Para los jóvenes de entonces resultó ser una alternativa frente al liberalismo y al marxismo. El estado corporativo, que representaba muy especialmente Benito Mussolini, fue la bandera abrazada por Osvaldo Gatica Camoglino (periodista, 1913-1979) quien siendo un brillante orador hablaba ante miembros de la colectividad italiana -radicados en Chile-, consustanciados con los nuevos aires que provenían de la península.
Antes de dirigirse a la audiencia -con fondo marcial de "Giovinezza"- el presentador disimulaba el origen vasco del apellido Gatica, acentuando la primera "a" y, entonando dos "t": "Gáttica", (para que sonase italiano) y luego el segundo, con voz bien fuerte, el genovés Camoglino.

Funda junto a Raúl Olivares, Mario Nieto Serrano y Jaime Stuven Gándara, el Partido Nacional Fascista.
En 1939 editan un periódico llamado PATRIA (su primer número ve la luz el 2 de enero y el último -el Nro. 30- el 9 de abril de 1941). Logran existir en sus inicios paralelamente al Movimiento Nacional Socialista de Chile (MNSCh).
El PNF fundamenta su existencia y su lucha política en una declaración de principios compuesta por 20 artículos. El Art. 4 sostiene: "adhesión al estado totalitario y el régimen corporativo". El modelo asumido correspondía a la Italia fascista y los lideres reconocidos como máxima expresión de capacidad eran Mussolini y Hitler; se caracteriza por su énfasis en el anticomunismo.
Hay un investigador del fascismo en Chile (Marcelo Saavedra Fuentes) que indica que el PNF llamó a apoyar a Gustavo Ross Santa María candidato oficialista del gobierno de Arturo Alessandri, en las elecciones de 1938 pero, por otro lado, y por datos de sus hijos (entre ellos mi padre), "el nono" era admirador del general Ibañez del Campo. El 4 de septiembre de ese año, se desarrolló una masiva manifestación del "nacismo-fascismo" (así lo escribían: nacismo, con c) chileno. “La Marcha de la Victoria” congregó en el Parque Cousiño a un número superior a 100.000 personas, querían derrocar al presidente -Alessandri- para imponer al general Ibañez. Acá entonces es donde se generan las dudas sobre si el PNF estuvo en dicha marcha y, si sostuvo en algún momento la candidatura del referente presidencial (Ross Santa María).
Luego sobrevino "La Matanza del Seguro Obrero" (5 de septiembre de 1938), lo que dio lugar al triunfo de Pedro Aguirre Cerda, que recibió el apoyo decidido de la extrema derecha fascista.

La jefatura del PNF la desempeñaba Raúl Olivares; en 1941 es desbancado por Osvaldo Gatica con quien el partido se transforma en Movimiento Nacional Socialista, con el frustrado objetivo de reeditar el antiguo MNSCh, que en términos reales existió entre el 5 de abril de 1932 y enero de 1939.
Con su transformación en Movimiento Nacional Socialista sólo cambian sus conducciones o jefaturas; el discurso antimarxista, antimasón, antijudío, anticapitalista y corporativista es el mismo. En este contexto de cambio de nombre y permanencia, el periódico PATRIA edita, en su número 30, el artículo: "Lo que es el nacismo".
Sus miembros vestían uniforme y saludaban con el brazo en alto, en vez de las tradicionales “asambleas”, realizaban “concentraciones”, en las que entonaban el Himno Nacional y otros cantos patrióticos. Un partido que desfilaba marcialmente por las calles, precedido de bandas de músicos y banderas (la actual de Chile y la de la Patria Vieja -foto-, símbolo del nacionalismo criollo); fue algo totalmente inusual y contrario a la tradición, una exteriorización que no coincidía en nada con la historia política del país.