Las historias (anécdotas) de aquellos que conforman el árbol de familia, da lugar en muchos casos, a hechos que realmente suenan graciosos a la luz de los tiempos que corren.
Alonso Escobar de Villarroel (1511-1574; ancestro 14 generaciones), conquistador, llega a América junto a su padre Cristóbal, ambos nacidos en Santa María, Cádiz, España; iletrados.
Bajan de Lima a Chile , cerca de la ciudad de Santiago, recibe un flechazo que le atraviesa la garganta, sin embargo logra reponerse después de varios meses.
Pues bien, debido a dichos, "chismes", de "oidas" y otras modalidades de la época, este buen hombre es llevado a juicio por herejía, nada menos que al tribunal del Santo Oficio de la Inquisición.
Son por todos conocidas las penas que aplicaba o, la forma en la cual se trataba de redimir al reo si este era hallado culpable.
Su "pecado", en realidad debería omitir las comillas porque en ese entonces sí lo era: hablar mal de la fé de la Santa Iglesia Romana en público.
El juicio, la defensa, alegato y, sentencia: no tienen desperdicio. Les dejo un enlace para que puedan soprenderse y disfrutar. Vale la pena.
http://www.gabrielbernat.es/espana/inquisicion/ie/ia/inquiscionperu/jtoribio2/p1c2/p1c2.html
Todos tenemos antepasados que se remontan hasta los confines del tiempo, de la historia. La fortuna o dicha de algunos es poder desentrañar esa madeja, tirar del hilo que tantas pero tantas veces se escapa, y reconstruir el tejido de aquellos que conformaron nuestro ser. Dejo un testimonio, la botella arrojada al mar, alguien la recogerá algún día.
sábado, 7 de enero de 2012
viernes, 6 de enero de 2012
El general Amengual, nuestro orgullo
A la derecha podemos apreciar la estatua-cripta en el Regimiento "La Concepción", Antofagasta, donde se hallan sus restos.
En su recuerdo existen:
- Calle con el nombre General Amengual ubicada en Santiago de Chile, en la comuna de Estación Central.
- Pueblo en la Región de Aysén, Villa Amengual.
- Pueblo en Antofagasta.
- Escuela (foto del escudo).
martes, 3 de enero de 2012
Revista Zig-Zag; el nono, el tío y un cuento
El 19 de febrero de 1905, Agustín Edwards lanzó con un enorme despliegue publicitario el primer número de Zig-Zag. Le tenía mucha confianza a este proyecto pues se había esmerado personalmente en prepararlo, cuidando cada detalle.
Para la impresión ocupó maquinarias de última tecnología y contrató a Mr. William Phillips, un técnico en grabados en colores, especialista en sistema de impresión conocido con el nombre de “tricomía” o grabado en tres tintas. En la parte de contenidos, para lograr óptimos resultados, designó como director a Joaquín Díaz Garcés (Ángel Pino) y como su colaborador a Carlos Silva Vildósola. También, contó con la participación de los más reconocidos escritores e ilustradores.
Entre los escritores estuvieron: Benjamín Vicuña Subercaseaux, Samuel A. Lillo, Nathanael Yáñez Silva, Antonio Orrego Barros, Januario Espinosa, Manuel Magallanes Moure, Pedro Emilio Gil, Armando Hinojosa, Carlos Varas (Mont Calm), Fernando Santiván, Enrique Tagle Moreno (Víctor Noir), Juan Larraín, Augusto D 'Halmar, Federico Gana, Baldomero Lillo, Rafael Maluenda, Inés Echeverría de Larraín (Iris), Mariana Cox de Stuven, Amanda Labarca y Tomás Gatica Martínez (quien llegó a ser director de la publicación), hermano de mí bisabuelo Pedro Gatica Martínez, el padre de Osvaldo Gatica Camoglino (abuelo).
Terminada la impresión del primer número de la revista, Agustín Edwards elaboró una estrategia de publicidad nunca antes conocida: "una propaganda como nunca se había visto en Chile inundó las ciudades con una profusión de carteles que anunciaban la próxima aparición de la revista Zig-Zag. No era posible desentenderse de la sugestión de esos afiches que lo enfrentaban a uno en todas partes, convirtiéndose en comentario obligado de los corrillos” (Guillermo Labarca. “Secretario de redacción”, Medio siglo de Zig-Zag: 1905-1955. Número Especial. Santiago: Zig-Zag, 1955. p. 166). Este gran despliegue tuvo sus resultados y a pesar de calcularse un generoso tiraje, se agotó de inmediato.
La revista Zig-Zag fue muy innovadora para su época. En la parte gráfica, presentaba una cubierta coloreada y en el interior láminas, caricaturas, dibujos y fotografías muy profesionales. Además, fue una de las primeras revistas que se vinculó con empresas periodísticas extranjeras para que les enviaran fotografías y reportajes internacionales (el más importante enlace fue con la firma Underwood, de Estados Unidos). También, poseía un staff de fotógrafos que no dejaban indiferente al público, pues recogían las más diversas y pintorescas escenas de la vida social de nuestro país.
A continuación, la página de la revista Zig-Zag en la que aparece un cuento de mí abuelo: Osvaldo Gatica Camoglino, publicado el 30 de junio de 1933; tenía 20 años.
Sincero reconocimiento al sitio Memoria Chilena.
Para la impresión ocupó maquinarias de última tecnología y contrató a Mr. William Phillips, un técnico en grabados en colores, especialista en sistema de impresión conocido con el nombre de “tricomía” o grabado en tres tintas. En la parte de contenidos, para lograr óptimos resultados, designó como director a Joaquín Díaz Garcés (Ángel Pino) y como su colaborador a Carlos Silva Vildósola. También, contó con la participación de los más reconocidos escritores e ilustradores.
Entre los escritores estuvieron: Benjamín Vicuña Subercaseaux, Samuel A. Lillo, Nathanael Yáñez Silva, Antonio Orrego Barros, Januario Espinosa, Manuel Magallanes Moure, Pedro Emilio Gil, Armando Hinojosa, Carlos Varas (Mont Calm), Fernando Santiván, Enrique Tagle Moreno (Víctor Noir), Juan Larraín, Augusto D 'Halmar, Federico Gana, Baldomero Lillo, Rafael Maluenda, Inés Echeverría de Larraín (Iris), Mariana Cox de Stuven, Amanda Labarca y Tomás Gatica Martínez (quien llegó a ser director de la publicación), hermano de mí bisabuelo Pedro Gatica Martínez, el padre de Osvaldo Gatica Camoglino (abuelo).
Terminada la impresión del primer número de la revista, Agustín Edwards elaboró una estrategia de publicidad nunca antes conocida: "una propaganda como nunca se había visto en Chile inundó las ciudades con una profusión de carteles que anunciaban la próxima aparición de la revista Zig-Zag. No era posible desentenderse de la sugestión de esos afiches que lo enfrentaban a uno en todas partes, convirtiéndose en comentario obligado de los corrillos” (Guillermo Labarca. “Secretario de redacción”, Medio siglo de Zig-Zag: 1905-1955. Número Especial. Santiago: Zig-Zag, 1955. p. 166). Este gran despliegue tuvo sus resultados y a pesar de calcularse un generoso tiraje, se agotó de inmediato.
La revista Zig-Zag fue muy innovadora para su época. En la parte gráfica, presentaba una cubierta coloreada y en el interior láminas, caricaturas, dibujos y fotografías muy profesionales. Además, fue una de las primeras revistas que se vinculó con empresas periodísticas extranjeras para que les enviaran fotografías y reportajes internacionales (el más importante enlace fue con la firma Underwood, de Estados Unidos). También, poseía un staff de fotógrafos que no dejaban indiferente al público, pues recogían las más diversas y pintorescas escenas de la vida social de nuestro país.
A continuación, la página de la revista Zig-Zag en la que aparece un cuento de mí abuelo: Osvaldo Gatica Camoglino, publicado el 30 de junio de 1933; tenía 20 años.
Sincero reconocimiento al sitio Memoria Chilena.
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